Como institución de protección de derechos humanos de niños, niñas y adolescentes, las y los funcionarios de la institución se encuentran sometidos/as a un riesgo de reacciones de desgaste profesional o sensación de “estar fundido” (burnout). Esto, debido a que, en el desempeño de sus labores, se encuentran expuestos a fenómenos de violencia, abuso y trauma, fenómenos que resultan, además, especialmente conmovedores por afectar a una población especialmente vulnerable como es la niñez y adolescencia.
En este contexto, la institución ha impulsado una política de cuidado de personas y equipos, enfatizando la responsabilidad institucional de abordar las problemáticas derivadas del fenómeno descrito, desarrollando una estrategia de abordaje y de protección, tanto desde lo colectivo como desde lo individual, cuyo objetivo es priorizar el desarrollo de factores protectores: la necesidad de cuidarse para poder cuidar a otros.
En la práctica, dicha estrategia se traduce en la ejecución de acciones de cuidado personal y de cuidado de equipos, a través de una intervención profesional especializada, brindando a los y las funcionarias las herramientas y técnicas que les permitan gestionar los espacios de cuidado en situaciones de alto desgaste emocional que enfrenten en sus labores.